Hablando con Buda

Hace unos años fui a Acapulco. Estaba yo en el balcón de mi habitación con el novio de mi prima, quien meditaba sentado en el piso. Su respiración era parsimoniosa y parecía ir al ritmo de las olas. Aquella vez me invito a acompañarlo en su meditación. Lo intente, pero me resulto muy difícil concentrarme. Al terminar me hablo de lo que hacia, de la tranquilidad que te ofrece y sobre la palabra de Buda. Me pareció interesante, bastante para ser sincero. Buda no era un Dios, era un humano que había alcanzado esa paz que muchos buscan. Me explico con paciencia ante mi curiosidad y yo estaba dispuesto a firmar cualquier papel para que, a partir de ese momento, yo fuera considerado un budista hecho y derecho. Todo iba bien hasta la parte donde tenia que cortar lazos.

-Todo cambia, nada es para siempre –me dijo-. Quiere decir que nosotros estamos aquí solo de paso y que las cosas tarde o temprano terminan. No digo que no haya que disfrutar las cosas que tenemos, pero por ejemplo: si yo terminara con tu prima seguramente me dolería y tendría un tiempo de duelo, pero entendería que su tiempo conmigo termino y que debemos seguir adelante. Nosotros solo somos parte de algo que esta en constante cambio, no debemos aferrarnos fervientemente a nada ni a nadie, porque solo lograra lastimarnos.

Sus palabras me aterraron. En aquel entonces yo tenia una relación que no podía cortar, que no estaba dispuesto a cortar, que de haber sido necesario, hubiera muerto por esa persona. No quise escuchar más, las ideas de Buda eran buenas, pero no compartía todas y con el debido respeto, él y yo seguiríamos por caminos diferentes.

Hoy esa relación ya no existe. Hoy estoy atravesando una obscuridad que me muerde, que me lacera, que me lastima sin piedad y se que debo seguir caminando, que la luz esta al final, pero el problema es que aun no la veo y ya no quiero caminar solo. Tengo amigos. “Los amigos deben ser testigos, no jueces” una de mis reglas de oro, pero no todos mis amigos comparten mi idea. Hoy quiero descansar, pero ya no tengo a donde correr, incluso me daba miedo escribir aquí, creo que hay demasiada gente que me conoce (por así decirlo) viendo este blog, pero decidí empezar a reclamar el espacio que me pertenece. Y fue así que, sin darme cuenta, comencé a caminar hacia ese lugar que considere tabú por mucho tiempo. Religión. No creo en Dios, ya me fallo muchas veces y no quiero que lo haga otra vez. Pero hay otras religiones que no tienen dioses, y al parecer, el camino de Buda y el mío se ha vuelto a cruzar. Hoy puedo hacer lo que antes me pareció blasfemo el siquiera pensarlo. Quiero probar, quiero sentir ese apoyo que busco; y si lo encuentro confiare en él, sino… se que por lo menos lo habrá intentado, pero mientras he meditado (si, meditado, sentado en posición de loto y todo eso), recordé como hacerlo y la verdad… la verdad es que hace una hora la obscuridad me mordía sin piedad y ahora, por alguna razón que no me explico, veo luz, no del final del túnel, sino en mi; vuelvo a recuperar mi confianza, mi seguridad y si Buda, en vez de convencerme con promesas de un Edén al final de mi vida, me puede regresar la confianza en mi y en la gente que me rodea, podre agradecerle infinitamente, o por lo menos… hasta que alcance el Nirvana.